Una herencia que Pepe Reina pasea por el mundo con tanto orgullo como el nombre de Córdoba, ciudad en la que sueña retirarse. De momento, esta semana ha cerrado su casa de Liverpool y se ha venido a Córdoba, de donde es su mujer, para bautizar hoy a su hija pequeña en el Sagrario de la Catedral y disfrutar de las fiestas a lo grande.
--Parece que, aunque nacido en Madrid, está muy vinculado a la ciudad de sus padres, a pesar de que ellos tampoco vivan aquí desde hace muchos años.
--Sí, sí, me tira mucho esta tierra. Todos mis antecedentes son de Córdoba y procuro llevar con dignidad y con muchísimo orgullo allá por donde voy el nombre de Córdoba.
--Por lo que tengo entendido, conoció a su mujer en Córdoba, que ya es casualidad si se piensa que ha desarrollado toda su trayectoria deportiva en Barcelona, Villarreal y Liverpool.
--La conocí en la bulla de la feria, hace ya ocho ferias. Y que sean muchas más. Era jugadora de voleibol y muy buena. Lo dejó para venirse conmigo a Villarreal. Allí hizo un conato de seguir con su carrera deportiva pero no cuajó. Ella se ocupa de que ni a mí ni a las niñas nos falte de nada. Además acabó la carrera de Empresariales y sabe un rato de eso, así que está pendiente de las inversiones que hacemos. Confío mucho en ella.
--No serán pocas las cuentas que tenga que hacer, porque según una leyenda urbana gana usted unos mil millones de las antiguas pesetas al año.
--Leyenda urbana pura y dura.
--Bueno, pero no creo que necesite pedir un crédito hipotecario para pagar su casa.
--Lo que se gane creo que está bien ganado porque me lo he merecido. Es verdad que los futbolistas ganamos mucho, pero es porque lo generamos.
--Con lo atractivo que es y la soltura que tiene, le lloverán las ofertas publicitarias, ¿no?
--Ultimamente un poco más. Hasta ahora no, pero tampoco yo quería quemar mi imagen antes de la cuenta. Hay que coger pocas cosas y buenas, no quiero ser un hombre anuncio.

--Sí y no. Todavía no está acabado, pero estamos en ello. Nos estamos haciendo una casa en el Brillante.
Teniendo tantos vínculos afectivos con esta ciudad se entiende que le haya hecho "muchísima ilusión" ser nombrado Cordobés del Año. Un premio que este hombre que se crece ante cámaras y multitudes (y no digamos ya con un micrófono en mano, como demostró en Madrid ante la Cibeles) relaciona con su gesto espontáneo en la final de la Eurocopa, cuando se envolvió en la bufanda blanquiverde que le habían regalado para celebrar en Viena el triunfo de la selección española. "Me acordé de los orígenes. De mi abuelo, que tantas tardes me había acompañado lloviera o hiciera calor, y que había muerto poco antes sin ver mi triunfo --dice--. Pensaba que si me veía desde el cielo estaría orgulloso de mí".
--Corre el rumor de que lo mismo acaba comprando el equipo. ¿Es eso cierto?
--No, de eso no hay nada; es totalmente falso.
Lo que sí reconoce es que no le importaría acabar su carrera en el Arcángel. Un estadio demasiado pequeño para quien ha llevado una carrera tan meteórica como la suya. "No creo que seguir los pasos de mi padre --apunta-- y acabar en el equipo de la que considero mi tierra fuera dar un paso atrás o hacerlo de una manera triste, todo lo contrario".
--Supongo que debió de ser algo especial para usted formar parte de la plantilla del Barça, club donde su padre jugó la mayor parte de su carrera, también como portero.
--Yo a mi padre no lo he llegado a ver jugar, porque se retiró en el 80 y yo nací en el 82. Pero, bueno, el capricho quiso que de los cinco hermanos que somos sólo yo saliera futbolista, aunque en casa todos éramos seguidores del Barça. Tuve la suerte de poder vestir la camiseta que él vistió. Mi padre era más ágil, mucho más rápido que yo, también es verdad que es más bajito. Era muy potente, muy elástico. Yo tengo algunos de sus gestos, pero soy más sobrio.
--Ser portero está rodeado de mucha literatura, por lo de su soledad en los grandes momentos. ¿Usted cómo lo vive?
--Es un puesto distinto. Tienes la responsabilidad de que a tu equipo no le metan goles, pero teniéndolo claro y sabiendo a lo que te enfrentas para mí es un puesto maravilloso.
Sentimental y cálido como es por herencia genética, Pepe Reina asegura sin embargo sentirse cómodo en la fría Inglaterra. Tanto en el terreno deportivo (por algo la cantidad de españoles que militan en el equipo le ha valido el alias de Spanish Liverpool) como en el social. Eso sí, toma sus medidas. Se refugia en la familia y se hace llevar flamenquines y otros productos típicamente cordobeses. "Nuestro cachondeíto y el compadreo no tienen nada que ver con la cultura fría y distante de los ingleses --admite--. Es otra manera de entender la vida, pero de todo hay que sacar experiencias".
--¿Qué tal lleva la fama?
--Si un niño ve a una persona en la tele y quiere parecerse a ella lo mínimo que debe hacer esa persona es tener unos valores e intentar darle un buen ejemplo, que es lo que tratamos de hacer.
--La carrera de un deportista de élite es corta. ¿Cómo imagina su futuro?
--Sabemos que esto es efímero, y que cuando te retiras no se acuerda nadie de ti. Calculo que me quedan diez años más y después ya veremos. Intentaré seguir ligado al deporte porque es algo que me apasiona.
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